¡Ay, Roma, Roma! El corazón del tifoso romano late con fuerza, pero también con una punzada de preocupación. La Lupa está en un momento crítico, una crisis que amenaza con engullirla por completo. Ivan Juric, el hombre que se atrevió a ocupar el banquillo tras la salida de De Rossi, se encuentra al borde del precipicio, con la mirada fija en un abismo de incertidumbre.
La Roma no ha logrado levantar vuelo. Ocho partidos, diez puntos. Una sequía goleadora que no se veía desde 1991. Tan solo ocho goles en los primeros ocho partidos, la peor marca de la Serie A. Y los tiradores no se quedan atrás, haciendo gala de una voracidad de 133 disparos, la mayor cantidad de la liga.
¡Es un espectáculo desgarrador! La Roma se tambalea, sus movimientos torpes, su alma agonizante. La Lupa aulla, pero su rugido se ha convertido en un débil lamento.
Las dudas sobre Juric crecen como un volcán en erupción. ¿Es el hombre adecuado para el cargo? Los clamorosos gritos de los tifosi resuenan en las gradas, un coro de indignación y decepción.
Manu Koné, Mats Hummels, Matias Soulé… las voces de los jugadores se alzan, susurrando preocupación por la falta de atención a sus necesidades, a sus deseos. Paulo Dybala, la Joya, se ve obligado a luchar en la trinchera defensiva, una tarea que le resta brillo a su talento.
El fantasma del cambio de entrenador se cierne sobre el Olimpico. ¿Será el final de Juric? La próxima semana, la Roma enfrenta a el Dynamo de Kiev y la Fiorentina. Dos partidos que se convertirán en una prueba de fuego. Dos partidos que podrían sellar el destino de Juric y determinar el futuro de la Roma.
¿Se encenderá la llama de la esperanza? ¿O la Roma se hundirá aún más en la oscuridad?
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¡Forza Roma! ⚽️🇮🇹