Roma, la ciudad eterna, ciudad de gladiadores y pasión, también se ha convertido en escenario de una batalla entre la Roma y sus fieles. Los Ultras, alma y corazón de la Curva Sud, han levantado la voz contra la gestión de los Friedkin, una rebelión que ha llegado al campo, manchando el partido contra el Inter de tensión.
La ausencia de la Curva durante los primeros 15 minutos del partido fue un golpe al corazón del Olímpico. Un silencio ensordecedor que resonó como un grito silencioso, pero poderoso. Banners como banderas de guerra expresaban el descontento: «Estamos disgustados por esta gestión», «¡Dónde están los dos patrones?». Un mensaje directo, una acusación contundente, que se une a la crítica hacia el nuevo logo, la falta de organización, la calidad de la mercancía, y las contrataciones que no conocen el espíritu de la Roma. Un sentimiento de abandono, de desilusión, que se ha ido acumulando con el tiempo.
La herida abierta de la salida de Daniele De Rossi, ídolo y símbolo de la Roma, no se ha cerrado. Su salida, el silencio de los Friedkin, han alimentado la llama de la disidencia. El ambiente en el campo, frío y sin el calor de la Curva, no fue el mejor aliado para la Roma, que sufrió su primera derrota en la Serie A bajo la dirección de Ivan Juric.
“Fuimos tímidos al principio, luego lo hicimos bien hasta el gol, que fue un accidente. Se paga por eso en este tipo de partido. Tuvimos buenas ocasiones, pero no las convertimos por errores técnicos. Nunca es fácil enfrentarse al Inter, pero los controlamos casi en su totalidad”, explicaba Juric tras la derrota.
El técnico croata, con experiencia en lidiar con la presión de los fans, intentó calmar la situación:
“Necesitamos resultados, y lo siento por esta noche. El público estuvo contento por muchas cosas, luego el resto es charla. Los jugadores deben mantenerse fuertes, y la situación cambiará con el tiempo. No habíamos jugado así contra el Inter en mucho tiempo.”
La búsqueda de la paz es la prioridad. Reconstruir la confianza, recuperar el vínculo con la afición. Un camino complejo, que pasa por el diálogo, la transparencia, y la búsqueda de resultados en el campo. ¿Será Juric capaz de recomponer el puzzle, de calmar la tormenta?
La Roma, como la ciudad que la alberga, tiene una historia rica, llena de victorias y derrotas. Pero también de pasión, de resistencia, de un amor incondicional por los colores. Un amor que se ha visto herido, pero que no se apaga. El futuro de la Roma se juega en el campo, pero también en la capacidad de los Friedkin de escuchar, de entender, de reconstruir el puente con sus fans.
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