¡Olé! ¿Quién no se ha emocionado con la historia de un jugador que se abre paso desde las ligas amateur hasta la mismísima Nazionale? La historia de Ciccio Caputo es un canto a la perseverancia, una oda al sacrificio y un testimonio de la pasión por el fútbol. Un relato que nos recuerda que en el deporte, como en la vida, ¡todo es posible con un poco de talento, mucha determinación y una pizca de fortuna!
Nacido en Altamura, un pueblo de Puglia donde el aroma a pan y el calor humano son tan intensos como el amor por el fútbol, la trayectoria de Caputo es tan inspiradora como improbable. Desde sus primeras patadas en el barrio, el joven Francesco, a quien todos llamaban «Ciccio», se forjó un camino hacia la gloria que pocos imaginaban. «Fue un viaje increíble. Empecé jugando en la parroquia de mi barrio, luego pasé a la Segunda Categoría y después de años de sacrificio, me puse la camiseta azul. Solo me faltó la Serie D y la C, ya que en ese momento solo jugaba en C2», confesó con una sonrisa que refleja su humildad característica.
Pero la historia de Ciccio no se limita a goles. Su viaje estuvo marcado por momentos de sacrificio y momentos de inspiración. En sus inicios, recuerda que algunos compañeros llegaban al campo con sus uniformes de trabajo, porque habían terminado sus turnos justo antes del partido. «En esa época aprendí cosas que nunca olvidaré», dijo con la nostalgia de un guerrero que ha visto y vivido muchas batallas, cada una de ellas un peldaño en su camino hacia la cima.
Su llegada al fútbol profesional fue un golpe de suerte, o mejor dicho, una combinación de talento y el ojo clínico de un visionario. Daniele Faggiano, un hombre que vio en Ciccio algo especial, abrió las puertas del Noicattaro para que el delantero iniciara su carrera profesional. «Cuando el Noicattaro mostró interés, el Altamura pedía dinero y no me quería dejar ir. Faggiano desbloqueó la situación con su trabajo», reveló Caputo, reconociendo la importancia de este hombre en su trayectoria, un verdadero «angelo custode» que le permitió dar el salto al profesionalismo.
El momento culminante de su carrera llegó cuando, con 33 años, logró el sueño de vestir la camiseta de la Nazionale. «Era un sueño de mi infancia, lo hice realidad con 33 años y le doy las gracias a Mancini por eso. Vivir ese ambiente y cantar el himno nacional son emociones indescriptibles», compartió con la emoción de un niño que ha cumplido su mayor deseo. Y no solo fue la emoción de cantar el himno, también tuvo que cumplir con la tradición de llevar cervezas para todos en su primer entrenamiento en Coverciano. «Canté ‘Sarà perché ti amo’, pero reconozco que lo hice terriblemente», confesó con la sonrisa pícara de un jugador que no se toma la vida demasiado en serio, un reflejo de la alegría y la pasión que contagia a todos.
Lamentablemente, la lesión que sufrió en marzo le impidió disputar la Eurocopa 2020. «Estaba muy cerca de ese campeonato europeo… Desafortunadamente, una lesión de espalda, que sufrí estando con la Nazionale en marzo, me obligó a abandonar el grupo. Estaba en la pre-lista, fui a Milán para vacunarme contra el Covid y participar en la concentración, pero no me encontraba bien y Mancini tomó otras decisiones. Estoy feliz por la victoria, pero siento un poco de tristeza porque también pude haber sido parte de ese equipo», admitió con cierta melancolía, pero con la clase de un campeón que siempre mira hacia adelante.
Ciccio Caputo, el héroe de la humildad. Su historia es una lección de que con esfuerzo, sacrificio y un poco de suerte, los sueños se pueden hacer realidad. ¡Un ejemplo para todos los aspirantes a futbolistas y un testimonio de que en el fútbol italiano, la pasión y la determinación no conocen límites!
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